Familia: Discurso y práctica social
El hombre es un ser
social que se relaciona con el otro mediante el lenguaje. De allí que este
intercambio social es lo que nos define como seres humanos y nos permite tener
un control simbólico de las situaciones diarias que se nos presentan. No obstante, desde ese momento de diálogo, intercambio
o relación comienza la desigualdad entre las personas.
Tal
desigualdad se establece porque aunque se implanta un supuesto diálogo,
predomina una relación dominante-dominado o lenguaje-manipulación, que está
determinado por el nivel de conocimiento, así como también por los intereses del
capital económico, político o cultural. La familia no escapa de esas relaciones
de dominación intrínsecas en el lenguaje.
Ahora bien, en cualquier contexto, desde
que el ser humano comienza a interrelacionarse con el otro se inicia la
práctica comunicativa, bien sea por el encuentro entre culturas, las acciones, la expresión humana y todos
aquellos textos en los que producimos información. Todo ello conforma un
lenguaje y es lo que refiere Fairclough
como práctica social en sus teorías, por lo tanto, todo discurso es una
práctica social y toda práctica social es un discurso.
Es en la familia donde ha permeado ese
discurso social que por falta de una inculturación de valores cristianos, en
algunos casos, la ha desestructurado por vía del individualismo que promueve
una sociedad del marketing y de las valoraciones materiales del mundo.
Es desde el discurso, como práctica
social, donde se pone de manifiesto la autoridad ascendente en la familia, que
desde el conocimiento y la elocuencia lo utiliza como instrumento de dominación
y puede hasta cometer abusos contra sus congéneres. Tanto así que se puede
cambiar formas de ser, pensar y actuar de la sociedad a través de un discurso
persuasivo o dominante.
*Tomado de mi artículo arbitrado en la revista HUMANARTES.
Autora: Otilia González.
E-mail: otilia0606@gmail.com
Interesante...felicidades eterna amiga
ResponderEliminarSaludos, mi doctora bella.
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