LA PROXIMIDAD EN LA RELACIÓN FAMILIAR.
Comencemos aclarando que el témino proximidad va mucho mas allá de la proxemia. La proxemia es el acercamiento o la distancia hacia una persona a través de una conversación, postura o contacto físico, en cambio la proximidad, dice Enrique Dussel (1996), es aproximarse a la fraternidad, acortar distancia de alguien que puede esperarnos, o tal vez, rechazarnos, darnos la mano o herirnos, besarnos o asesinarnos.
La proximidad, por lo tanto, no es un acercamiento, es un contacto íntimo que trasciende una conversación o un contacto físico. Para llevarlo al plano familiar, Dussel compara la proximidad con el momento en el que la madre amamanta al hijo, el niño toca su pecho con las manitas y hay una comunicación silenciosa entre ambos a través de sus miradas. Es un momento único, donde no hay palabras, solo sensaciones, una interacción comunicativa entre una madre y un hijo recien nacido mas allá de la proxemia.
Así es la relación familiar, que no necesariamente es de sangre o por haberlo amamantado, son familia porque se aman por lo que son, por la simple existencia. Hay proximidad porque se apoyan en las visicitudes, las dificultades, porque ríen todos cuando uno de sus miembros es feliz, hay proximidad porque aprenden de la experiencia y del equívoco, sin importar lo que se recibe a cambio, solo importa el bienestar del Otro que es su próximo, lo que convierte a la familia en un Nosotros.
Esta proximidad no tiene manual ni coaching, es genuina, que acoge con la sonrisa o altera con la rigidez y la dureza de las palabras. Es una relación única e irrepetible en cada hogar, cada quien construye y vive su proximidad y son felices o infelices, como fuego se purifican o se queman, cada uno se hace y se hacen en su propia realidad, con sus experiencias y aprendizajes. Es una praxis.
Fuente consultada:
Dussel, E, (1996) Filosofía de la Liberación. Editorial Nueva américa. Bogotá, Colombia.